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El género como marco de referencia de las revueltas árabes

Maya Mikdashi

Miércoles 21 de marzo de 2012


Hace mucho tiempo que las y los activistas locales e internacionales, políticos locales e internacionales y las ONG dedican su atención
a los derechos de las mujeres y las normas de género en el mundo árabe. Este año, las movilizaciones en el mundo árabe han puesto
de relieve algunos de los principales vías por las que los derechos sexuales y sobre el propio cuerpo se sitúan en un marco determinado,
toman carácter de género, y se politizan. Estas vías pueden ser agrupadas en tres amplios grupos que después analizaremos:
uno es la identificación del género con las mujeres o las minorías sexuales o de género; el segundo es el miedo de los islamistas;
el tercero es el uso de la violencia de género o sexual para desalentar o desacreditar las protestas y a quienes particiapn en ellas.
El enfoque selectivo sobre los derechos sexuales y del cuerpo oculta las dinámicas de poder y los contextos que siempre intervienen en cualquier
asunto político, histórico o económico.




Hace tiempo que se escuchan críticas que dicen que el estudio del género es en realidad el estudio de quienes no son hombres heterosexuales
blancos (es decir, no marcados por la raza). Esta identificación oculta que nadie puede estar fuera del género. El género no es una
perspectiva de análisis que se puede aplicar o no según los genitales y / o las prácticas sexuales del grupo o el tema que se
estudia. Así, hemos visto que periodistas y académicos escribían sobre "manifestantes", sin mencionar el género, hasta que
hablaban de las "mujeres manifestantes". El mismo uso de género se utiliza para hablar de la ciudadanía en general, de manera que "ciudadano"
aparece como una categoría universal no marcada, hasta que los estudios de ciudadanas y ciudadanos (y no ciudadanos también)
"mujeres" y / o "lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer (LGBT)" destruye esta quimera. Cuando leemos acerca de estas "mujeres
manifestantes", ¿tenemos que suponer que todo el análisis que se estaba haciendo hablando de "los manifestantes", se refería a los
hombres? Si es así, ¿por qué no se tiene esto en cuenta en el análisis? ¿Los hombres no tienen género? ¿La
ciudadanía es una categoría que no tiene género excepto cuando se habla de las ciudadanas? Si creemos que para entender cómo las
mujeres viven sus vidas es importante prestar atención al género, entonces ¿por qué no tener la misma deferencia con los hombres?
¿Qué dinámicas de poder y qué discursos hegemónicos se están reproduciendo con cada uso selectivo de "género" en los
medios de comunicación y con cada programa de estudios sobre "la política" o "la ciudadanía", que incluye una o dos semanas (¡bah!)
sobre "mujeres" o sobre "género "? "La identificación del género con lo que no es "hombres heterosexuales" es tan antigua como el mismo
origen de los "estudios de género". Estamos viendo aplicar esta identificación en la cobertura y el análisis de los levantamientos
árabes, en los que el análisis del "género" se ha convertido en sinónimo del estudio de las mujeres y LGBTQ árabes.



Los estudios de la masculinidad son un campo, cada vez más amplio y más rico, que nos enseña a estar alerta para cuestionar las formas
en que el análisis de género se utiliza y se deja de utilizar. Todo el mundo tiene género, igual que todo el mundo, sea rico, de clase
media o pobre, tiene clase. De hecho, el uso actual del género en el análisis tiene que ver con que al estudiar los conflictos de clase, solo
se esté tratando de la situación y los problemas de la mitad de la población egipcia o siria, por ejemplo. La idea de que la clase
socioeconómica es una herramienta para analizar a la parte de la sociedad que no forma parte de las clases privilegiadas reproduce
dinámicas políticas y económicas y alianzas e intereses a nivel nacional e internacional. Asimismo, separar la justicia de género
de la justicia económica puede dar lugar a debates sobre cuotas de mujeres en los parlamentos que no tienen en cuenta la necesidad de diversidad
económica entre los miembros del parlamento.






La segunda línea fundamental del encuadre, la generización, y la politización de los levantamientos árabes es el miedo de los
islamistas. Mientras los islamistas ganan terreno en Egipto, Túnez y Siria, las preocupaciones sobre sus posibles políticas de género
siguen creciendo. Esas preocupaciones y ese interés son sin duda importantes, pero ¿por qué se convierten en trascendentales solo cuando
se trata de islamistas? Después de todo, ¿han tenido los partidos políticos y los gobiernos árabes no islamistas unas
políticas de género tan maravillosas y tan progresistas todo este tiempo? Este miedo selectivo a los islamistas se basa en ideas
convencionales sobre el Islam (peligroso), el secularismo (redentor y progresista) y otras religiones (¿eh?). De esta manera, la victoria de los
islamistas en las elecciones de Egipto es motivo de preocupación entre las feministas internacionales y activistas de género (sobre lo que
podrían hacer), así como de grupos y personas como el Centro para el espacio secular y Hillary Clinton. Pero escupir a niñas de
ocho años o lapidar mujeres -sí, lapidar- que violan el código de género del judaísmo ortodoxo se convierte en un
titular, no en un discurso sobre los derechos de la mujer y el patriarcado en Israel o en el judaísmo. Sin embargo, estoy segura de que si las
mujeres fueran apedreados y / o se les escupiera en las calles de Homs por no llevar el hijab el asunto sería el Islam y de los peligros que
supone para las mujeres sirias los levantamientos en Siria. Del mismo modo, la victoria de los islamistas en las elecciones tunecinas produce miedo por
lo que pueden hacer respecto a las mujeres y los derechos de LGBT. Pero de la campaña / cruzada anti-mujer y anti-gay de Rick Santorum basada en
la Biblia no se deduce nada sobre la política de género del cristianismo. Además, muchos árabes seculares rechazan las elecciones
egipcias y tunecinas sobre todo porque han ganado los islamistas, y muchos tratan de descalificar el levantamiento de Siria calificándolo de
"islamista". Curiosamente, muchos de estos pensadores fueron (con razón) rápidos en condenar a Israel y los Estados Unidos por su negativa a
trabajar con Hamas tras su victoria electoral. Parafraseando a Fawwaz Traboulsi: "Los islamistas ganaron. Tratad con ellos". Traboulsi también
señala una cuestión importante: ahora que están en el poder, los islamistas tendrán que rendir cuentas realmente de todas las
fantásticas promesas que han hecho durante décadas. Ahora veremos, por ejemplo, si el Islam, o quienes afirman representarlo, es realmente la
solución a un sistema de alcantarillado obstruido crónicamente en El Cairo. Por su parte, algunos periodistas de los medios tradicionales se
han obsesionado con encontrar a las mujeres en las calles de Siria. Cuando las encuentran, describen su ropa con el tipo de atención a los
detalles que sólo puede indicar que es algo que tiene un significado profundo. Así, las mujeres que protestan en Siria se encuentran en
"vestidos a la occidental" o no, tienen "aspecto laico" o no, y algunas de ellas -aunque resulte inverosímil- tienen novio y beben alcohol.




La igualdad de género y la justicia debe ser un centro de atención de la política progresista no importa quién esté en el
poder. El miedo selectivo a los islamistas en lo que se refiere a las mujeres y los derechos LGBT tiene más que ver con la islamofobia que con una
genuina preocupación por la justicia de género. Por desgracia, los islamistas no tienen la exclusiva de la licencia de las practicas
patriarcales y la discriminación / opresión de género en la región. El estado laico ha estado haciéndolo bastante bien durante
el último medio siglo.






El tercer marco de referencia que podemos emplear para comprender los discursos dominantes relacionados con las revoluciones árabes es el uso de
la violencia sexual y de género para desalentar o desprestigiar las protestas y a las personas que participan en las revoluciones. El régimen
de Mubarak y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) han utilizado la violencia sexual para desalentar y desprestigiar a las y los
manifestantes y revolucionarios egipcios. Mujeres que participaban en manifestaciones o eran activistas han sido sometidos a "pruebas de
virginidad", palizas brutales y acusaciones de inmoralidad. De hecho, en todos los sitios en los que ha habido levantamientos, el régimen en
cuestión ha difundido un discurso sobre la inmoralidad de los manifestantes, tanto hombres como mujeres. En Yemen, las fuerzas de seguridad
disuadían activamente a las mujeres de unirse a las protestas dirigidas la represión específicamente a ellas. En Bahrein se hizo un
llamamiento a la "moralidad pública" a los hombres y mujeres que luchan para derrocar a una monarquía represiva. Estas declaraciones tienen
el propósito de desacreditar las protestas y a las y los manifestantes, como cloacas de la inmoralidad y el libertinaje sexual. A su vez, el
espectáculo de las fuerzas de seguridad egipcias golpeando y arrastrando por la calle públicamente a una mujer es una advertencia a las
demás. Se da a entender claramente que las mujeres y los hombres deben quedarse en casa y mantenerse lejos de la impunidad con que las fuerzas de
seguridad (seculares) pueden violentar el cuerpo de una de las manifestantes.




Los regímenes árabes no son los únicos agentes que utilizan la violencia sexual y de género para desacreditar a las personas
manifestantes revolucionarias en el mundo árabe. Como revelaba la histeria que se generó en torno a la agresión sexual a Lara Logan
cuando Estados Unidos estaba todavía tratando de asegurar la permanencia en el poder de Mubarak, los manifestantes eran en realidad una
turba reaccionaria y peligrosa enloquecida por el sexo. Además, "los derechos de las mujeres" en Egipto y Túnez han estado asociados
con el tipo de feminismo de Estado defendido por sus respectivos ex primeras damas, un uso cínico de los derechos de género por parte de
regímenes autoritarios que de esta manera conseguían ser calificados de reformadores por sus aliados occidentales. En realidad, leyendo la
prensa estadounidense da la impresión de que la realidad cotidiana de la violencia sexual es importante sólo en la medida en que puede ser
aprovechada para otras causas y proyectos políticos. Por otra parte, un énfasis selectivo en algunos tipos de violencia sexual y de
género descontextualiza estas violencias de las estructuras de opresión más amplias bajo las que vive la gente. Por ejemplo, los
intentos de Israel de "pinkwashing" su ocupación de Palestina con los colonos destacan cómo Israel protege a palestinos gays de su cultura
islámica. De esta manera, el Estado de Israel intenta representar a los palestinos como fundamentalistas islámicos homofóbos para
desacreditar una resistencia contra el colonialismo y el apartheid que dura ya más de un siglo.




Estos son los marcos que se han utilizado para hablar del "género" en las revueltas árabes: género significa mujeres y gays; los
islamistas -y sólo los islamistas- son preocupantes y peligrosos para las mujeres y las minorías sexuales; la legitimidad de una
revuelta levantamiento y / o un movimiento revolucionario popular se puede medir por cómo trata a sus "mujeres" y "sus gays". Estos tres marcos
son altamente selectivos y politizados. Además, cada uno reproduce y favorece las prácticas del patriarcado, la islamofobia, el autoritarismo
y el colonialismo. Mediante el uso de estos marcos se aísla la justicia de género de la lucha por la justicia económica y política,
y se ahoga una vez más el potencial revolucionario de este matrimonio a tres.




Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/4506/the-uprisings-will-be-gendered




Traducido por Gloria Marín