Federación Estatal de Organizaciones Feministas

Portada del sitio > Documentos > Opinión > Organizarnos para cambiar las cosas: qué debemos aprender del feminismo y de (...)

Organizarnos para cambiar las cosas: qué debemos aprender del feminismo y de la PAH

Por Gloria Marín

Jueves 7 de mayo de 2015

Organizarnos para cambiar las cosas: qué debemos aprender del feminismo y de la PAH

PDF - 132.4 KB

Estamos en una situación insostenible para la mayoría social: pobreza infantil, emergencia habitacional, ataques a los derechos sociales, ataques a las libertades... Es imprescindible cambiar las cosas. Pero el cambio solo será posible si mucha gente se implica. Para obtener resultados, tanto la lucha en la calle como el asalto a las instituciones -y lo que viene después de llegar a ellas- ha de contar con una participación muy amplia y activa. Es necesario incorporar a quienes no entran en el modelo de activista disponible, autóctono, concienciado, con titulación académica, formado en política y conectado digitalmente. Estos son una minoría insuficiente para lograr cambios. Y para que el cambio sea el que necesitamos, para que esté bien orientado, es necesario que la participación llegue a la toma de decisiones, lograr un funcionamiento democrático que incorpore las aportaciones de los diferentes sectores oprimidos.

Pienso que el movimiento feminista y la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, en las que he participado y participo [1], tienen elementos de funcionamiento que pueden ser muy útiles en otros movimientos. Estas dos organizaciones tienen diferencias notables, pero tienen algo en común: incorporan a la actividad política a sujetos excluidos de la política, y por tanto han de poner medios para esta incorporación.

El sujeto habitual de la política es el sujeto de la historia -de la historia que nos han enseñado-, el “arquetipo viril” que decía Amparo Moreno, o el BBVA (Blanco, Burgués, Varón y Adulto), para el que decía Izaskun Sánchez Aroca que están hechas las ciudades. El sujeto del activismo social y político necesariamente ha de ser diferente, ya que se trata de la gente oprimida y no de la opresora. Durante décadas ha incluido a obreras y obreros fabriles, a las y los estudiantes... Pero si miramos el sindicalismo, el movimiento estudiantil, el ecologista... encontramos un déficit en presencia de mujeres, personas inmigradas o de origen extranjero, precarias o en exclusión social...

La PAH supuso una enorme novedad. Gente normal, víctimas de la estafa inmobiliaria, se convertían en activistas, se organizaban y eran capaces de influir en la agenda política, logrando pequeñas victorias cuando casi todo eran derrotas. Había activistas con gran experiencia, pero eran y son una pequeña minoría en el conjunto de las PAH (en 2015, unas 220 repartidas por todo el Estado español). La mayoría de la gente que compone de este movimiento es la antítesis del modelo de activista. En PAH Elx predominan las mujeres, la gente parada o precaria, sin estudios. Por primera vez en esta ciudad nos organizamos juntas personas nacidas en Elche, en Andalucía, Argelia, Colombia, gitanas y payas, de menos de 30 años y de más de 70...

¿Qué tiene la PAH que permite esto? Hace dos años, con motivo de un seminario de la Coordinadora Feminista (Las feministas a pie de calle. Redes y Alianzas desde la Coordinadora Feminista. Barcelona, junio de 2013), empecé a reflexionar sobre ello y vi que tenía que ver mucho con el feminismo. La experiencia en otras organizaciones y movimientos me lleva a pensar que se deberían tener muy en cuenta algunos elementos de funcionamiento, que paso a explicar.

El tiempo: flexibilidad en la cantidad y la distribución

Mucho o poco, todo sirve. Es necesaria la participación de quienes pueden y quieren dedicar mucho tiempo y de quienes tienen poco. Las mujeres, debido a la responsabilidad de cuidados y a la doble jornada, tienen menos tiempo para el ocio y para el activismo, pero hay también otras personas que no tienen mucho tiempo, gente que trabaja largas jornadas en la hostelería o como empleada de hogar, o simplemente que quiere disfrutar del presente a la vez que trabaja por cambiarlo. El activista a tiempo completo no puede ser el único modelo.

Respecto a la distribución del tiempo, el activismo ha tendido a basarse en un sujeto que trabaja o estudia los días laborables de 8 a 15h o a 18h y que tiene alguien que asegure las tareas reproductivas: el horario típico de las reuniones, de tarde-noche es compatible con la jornada laboral estándar, pero no lo es con la de quienes tienen que cuidar a alguien que necesita ayuda para cenar o acostarse (niñas, ancianos). Las propuestas tradicionales para la conciliación, como las guarderías (ahora ludotecas) siguen siendo necesarias en alguna actividades, pero hay más cosas que se pueden hacer con interés por el tema y un poco de imaginación. Un ejemplo es que en la asamblea y las acciones de la PAH las niñas y niños son bienvenidos. Aunque a veces no hay el silencio perfecto para escuchar las intervenciones, priorizamos que en una pareja con niños puedan participar los dos miembros. Otro ejemplo es que realizamos la formación para negociar con bancos por la mañana, en horario escolar. Se trata sobre todo de cuestionarnos los hábitos y encontrar soluciones.

Un tercer aspecto del tiempo es el de la historia de la organización. En la PAH un aspecto clave es que la gente que llega, desde el primer día es plenamente de la PAH, tan de la PAH como quien está desde el principio. Eso favorece la implicación de personas que son muy valiosas. Lamentablemente veo que en otras organizaciones eso no se da, estableciendose una jerarquía según el momento de incorporación (fundadores, minuto uno... hasta recién llegados) que se superpone a la que se produce según la dedicación.

La conciencia: partir de las necesidades percibidas

La política es cosa de todas, pero, ¿cómo convencer a la gente? En muchos casos se llega al activismo por la ideología, pero hemos de llegar también a la gente que aunque no está “concienciada”, sí nota que las cosas no van bien. Para ello una vía es partir de lo personal, lo que más preocupa a la gente, y que a partir de ahí entienda la dimensión estructural de lo que pasa. Recuerdo que cuando empecé a conocer el feminismo se abrió para mí un mundo al entender que todas esas desigualdades que me molestaban tanto eran algo colectivo. A cierto nivel veo algo parecido cuando la gente llega a la PAH y entiende que su problema con la hipoteca no es individual y que para enfrentarse a él la vía también es colectiva. Eso implica abrirse a qué preocupa a la gente y crear grupos que trabajen a partir de las preocupaciones más frecuentes, sin tratar de imponer nuestros prejuicios o nuestra teoría. A partir de ahí, ayudar a que entiendan por qué ocurre eso, y más importante aún, que como es un problema político, solo con la acción colectiva se puede salir de ahí. Eso supone romper con el individualismo que forma parte del sistema. Temas hay muchos, con un poco de atención descubriremos cuáles son los que más preocupan en nuestro entorno.

El elitismo cultural y la conectividad tecnológica

En las últimas décadas hemos ido añadiendo un nuevo umbral a superar, que no existía cuando el paradigma de activismo era el movimiento obrero. Para incorporarse a la actividad política en algunas organizaciones es necesario un nivel cultural que permita leer textos larguísimos y complicados, y ahora además usar una serie de herramientas digitales variadas. En la PAH compartimos trabajo personas con bastante conocimiento del derecho o del problema de la vivienda y personas que no entienden un texto jurídico, pero que conocen la legislación necesaria para negociar con los bancos. Se trata de poner los medios para evitar el elitismo.

En cuanto a la tecnología, está muy bien utilizar herramientas sofisticadas, puestas en marcha por personas expertas, pero también ha de haber participación para quienes no pueden usarlas. La brecha digital existe, por edad, por género y por medios materiales. El enfoque habitual en los movimientos sociales es considerar que es cuestión de conocimientos y tratar de resolverlo mediante la formación. Por supuesto que la formación es necesaria, pero no es la solución a todos los problemas. Está también el aspecto material: por razones económicas, muchas compañeras de la PAH tienen móvil pero no tienen ordenador ni internet en casa. En cualquier caso, no puede haber requisitos tecnológicos que excluyan, y en la elección de herramientas se ha de tener en cuenta que permitan una participación más amplia. En PAH Elx hay una persona que pone en marcha las herramientas más “complicadas”, como la base de datos para las fichas, y unas cuantas que utilizan cada una de esas herramientas: la base de datos, el correo, las redes sociales. Para comunicarnos, pasamos de utilizar el correo a los sms y luego whatsapp. Y en cualquier caso, siempre se puede participar acudiendo a la asamblea. Por el contrario, desde mi experiencia resulta excluyente la exigencia de correo electrónico para registrarse, y por tanto poder votar en Podemos. Con el móvil se podría conseguir lo mismo y se excluiría a mucha menos gente.

Los modelos

Es razonable pensar que uno de los factores que favorecen la participación de mujeres en la PAH es que su imagen pública haya sido una mujer, Ada Colau. Eso es muy positivo, pero es necesaria más diversidad en los modelos, ya que se trata de que muchas personas diferentes tengan con quien identificarse. En nuestra PAH, yo sirvo como modelo, porque si cuando empecé no entendía ni la escrtitura de mi hipoteca, y he aprendido, las demás también pueden aprender. Nuria, que ha perdido todo y trabaja limpiando por horas es un ejemplo porque es capaz de hablar con el ayuntamiento, el juzgado, el servicio de justicia gratuita... Encarni, comercial y madre, es un modelo de negociadora colectiva con bancos... Y muchas y muchos más.

Integrar a las personas: mente, emociones, cuerpo.

Venimos de una cultura que prima lo intelectual, y tendemos a actuar dando por supuesto que si una persona tiene fuertes convicciones, se organizará y actuará, sin importar lo demás, pero hace muchos años que aprendí en la Assemblea de Dones d’Elx que si hacíamos las reuniones agradables, a la vez que eficaces, había más asistencia. Cuanto menos esfuerzo requiera participar, más personas superarán el umbral de motivación frente a desmotivación. Eso supone tener en cuenta las emociones. En la Assemblea de Dones el buen ambiente era espontáneo, teníamos muchas afinidades entre nosotras, éramos amigas. En la PAH no es tan automático, pero la PAH es consciente de que parte de su función es hacer que la gente se sienta mejor. Mucho antes de que resuelvan su problema con el banco empiezan a poder dormir o recuperan la gana de vivir. Por eso se cuida la acogida de las personas que vienen por primera vez, la escucha, el respeto cuando lloran, hacerles ver que les habla alguien que ha pasado por algo muy parecido. También hemos hecho las típicas actividades de convivencia, cuidando que no sean excluyentes de las personas con menos dinero: comidas de “cabasset” en la que cada quien aporta lo que puede. Como la gente viene muy mal psicológicamente cuidamos mucho hablar bien a los compañeros, no ser cortantes, mantener el orden sin ser desagradables. Pero en otras organizaciones, aunque la gente no esté en tan mala situación económica, también abandona cuando el ambiente es desagradable, se modera con malos modales, se ridiculiza a la gente. Para hacer fuerte el grupo, hay que cuidar las relaciones personales de todas y todos, y para eso hay que creerse que la gente es importante. Como me transmite una compañera, se trata de hacer: “Un lugar donde el reconocimento del trabajo de cada compañero sea recíproco y refuerce la autoestima del individuo y del colectivo. Eso fortalece al grupo y contagia esa fuerza cada vez a más personas.”

Y también somos cuerpo, hay que tener en cuenta el aspecto material. Es más fácil -y puede resultar decisivo para quien tiene menos recursos, menos tiempo, peor condición física- participar si es más cerca de casa, en un ambiente cómodo y agradable. La PAH de Elx dio un salto en crecimiento cuando, después de un año y medio haciendo las asambleas en la calle (nacimos del 15M), con frío, de pie, con la luz de alguna farola, pasamos a hacerla en un local con sillas, con una temperatura aceptable, donde nos veíamos las caras y funcionaba la comunicación no verbal. Eso facilitó hablar y escuchar con más tranquilidad y menos prisa, y sobre todo que la gente viniera cada semana aunque no tuviera una tarea ni necesitara resolver nada de su caso, que viniera simplemente por participar en la asamblea.

La participación en las tareas

La PAH tiene claro que para conseguir sus objetivos ha de convertir a las personas afectadas en activistas. Ha contribuido a consolidar el uso de un término que desde antes empleamos el movimiento feminista: el empoderamiento (desde 2014 incluido en el diccionario de la RAE). Y comparte con nuestra corriente feminista la idea de que las víctimas pueden y deben ser activistas. No lo consigue en todos los casos, evidentemente, pero cuando se hace bien, se obtiene una tasa de éxito bastante alta, y eso en circunstancias muy difíciles, en las que la preocupación por la supervivencia diaria se impone. ¿Como lo hacemos? En nuestra PAH mediante:

liderazgo compartido. Todas somos necesarias, nadie es imprescindible. Hay que dejar espacio para el desarrollo de las demás. Eso supone en muchas ocasiones para las personas con más liderazgo no tomar la iniciativa, no proponer una solución, no ofrecerse para una tarea, para que otras personas puedan desarrollar sus propias capacidades;
reparto de responsabilidades por áreas, así cada persona empieza por conocer bien un área de trabajo pequeña, que no es tan difícil como conocer todo lo que lleva una PAH;
formación adecuada, que permite que quien no domina la jerga legal o no puede abrir un pdf aprenda lo necesario;
cooperación, que permite complementar las capacidades. Cada área, cada banco, lo llevan al menos dos personas;
rotatividad en las tareas comunes, por ejemplo, para hablar ante la prensa hablan diferentes personas según el asunto;
perspectiva a medio plazo, por ejemplo, que una persona nueva sea portavoz ante los medios puede hacer que no salga tan bien como si lo hace una de las personas habituales, pero a medio plazo es una ventaja tener más personas para hacer la tarea.

La participación en las decisiones

Este es un tema enormemente complejo, que tiene muchos niveles y al que se han hecho muchas aportaciones, desde el movimiento obrero del siglo XIX al 15M, por lo que me voy a limitar a algunos aspectos del reto de la participación de sujetos “no estándar”.

En los años 70 del siglo XX las feministas ya habíamos aprendido que no habíamos renegado de ser “el ángel del hogar” para ser “el ángel de la multicopista”. El feminismo ha hecho aportaciones que siguen siendo totalmente válidas y que interesan no solo a las mujeres sino también a otros sujetos “de segunda”. No se trata de integrar más gente en las organizaciones porque hace falta para que reparta las fotocopias o ponga los carteles, y menos aún de reproducir una división entre sujetos de primera, los que toman las decisiones, que serán los que responden al arquetipo que comentábamos al principio, y mujeres, personas inmigradas, con menor nivel académico... como mano de obra. El feminismo, por ejemplo, ha analizado que el “pasilleo”, la ronda de llamadas antes de las reuniones o las conversaciones informales en el bar después de ellas, perjudican la participación de las mujeres en la toma de decisiones. Y cuando más diversidad se ha de recoger, cuando menos cohesionado ideológicamente está el grupo, más necesario es que el sistema de toma de decisiones esté bien definido, que las decisiones se tomen con mecanismos formales, que las diversas posiciones estén representadas. También el feminismo ha desvelado que en las organizaciones, quienes tienen asignado el espacio público tienden a ocupar desproporcionadamente la atención de los demás -los varones, pero también las personas con más estudios-, o que se aplican esterotipos sobre la feminidad o masculinidad a la hora de asignar las funciones.

Dirigentes de Podemos declaraban hace unos meses, que las decisiones no debién ser tomadas solo por quienes podían o querían dedicarse al activismo a tiempo completo, que quienes no podían ir a las asambleas también tenían que participar en las decisiones. Considero que planteaban un problema real que no había sido abordado adecuadamente. Con el 15M, la asamblea había vuelto a situarse como mecanismo ideal de toma de decisión, y es positivo poner de relieve sus limitaciones. Sin embargo, la “solución” que han dado, que la gente que no es activista a tiempo completo se limite a votar por internet cuando sea consultada, es muy insuficiente. Con la mayor modestia, voy a comentar lo que hacemos en PAH Elx, cosas que se podrían hacer en organizaciones locales -ya que los ámbitos superiores tienenotras complicaciones- sabiendo que no solucionan el problema, pero pensando que son avances que mejorarían mucho la situación.

Formalizar la toma de decisiones. Durante casi dos años nuestro único órgano era la asamblea semanal. Hace dos años empezamos a hacer una reunión previa a ella, abierta a quien quiera participar. ¿Por qué? Porque vimos que la asamblea no era un espacio de debate, se limitaba a ratificar lo que algunas personas (con dos bastaba) habían decidido plantear en ella. Ahora en la reunión, de unas 20 o 30 personas, se decide colectivamente, con debate, y si hace falta, votación, lo que se lleva a la asamblea, de 60 a 80 personas.

Coordinación. A escala local, si alguien no puede ir a la reunión, transmite sus propuestas a otra compañera de su área, que la plantea en la reunión. A escala más amplia, nos coordinamos con otras PAH de las comarcas cercanas, de País Valencià y a nivel estatal, de manera que las personas que pueden desplazarse a las coordinadoras transmiten las inquietudes del resto. Así quienes pueden dedicar solo algunas horas a la semana pueden participar plenamente, ya que sus aportaciones se trasmiten al ámbito al que deben llegar.

Horizontalidad. En la PAH a nivel estatal hay personas con una capacidad de elaboración y de estrategia increibles, como Ada Colau, Adrià Alemany y otras, que parten de un análisis excelente de la burbuja inmobiliaria y que son responsables de una ILP que recoge las reivindicaciones centrales de la PAH: dación en pago, moratoria de desahucios y alquiler social. Pero a nuestra PAH viene gente que necesita otras cosas que no están en esas líneas aprobadas a nivel estatal: necesitan que le bajen los intereses, o una carencia, o no pueden pagar la plusvalía después de perder su casa. Gracias a la horizontalidad podemos responder satisfactoriamente a la necesidades reales. Hay grupos de correo estatales o autonómicos por los que cada PAH puede escribir a todas las demás. Eso tiene sus inconvenientes, llegan montones de correos cada día, pero merece la pena, porque nos permite ver que hay otras PAH con problemas similares y podemos poner en común problemas y reivindicaciones, creando nuevas líneas de trabajo que responden a las necesidades reales y consiguen victorias como la supresión en 2014 del pago de plusvalía (IIVTNU) en caso de dación o subasta de la única vivienda.

Todo esto son pequeñas cosas, muy parciales, que en absoluto pretenden funcionar como recetario, pero si buscan promover una reflexión que lleve a cada organización a encontrar las vías que mejor le sirvan para conseguir el objetivo de una participación más amplia y más profunda.


[1Gloria Marín:He participado desde 1981 en la Assemblea de Dones d’Elx, vinculada a la Coordinadora Feminista, y desde su origen, en mayo de 2011, en la PAH de mi ciudad, Elche. Lo que recojo de mi experiencia en estos movimientos